Guía del Parque Natural de los Alcornocales, en las provincias de Cádiz y Málaga, un paisaje escarpado de gigantescos desprendimientos de roca y grietas prohibidas. El Parque Natural de los Alcornocales es una cadena montañosa que recorre unos 50 kilómetros casi exactamente hacia el norte de Los Barrios. Se alza como un baluarte costero frente a los vientos marinos, tanto de poniente como de levante, que, cargados de humedad, cubren sus bosques bajo una capa de niebla bajo la que el tiempo parece detenerse. En el frente occidental de la sierra andaluza, entre las provincias de Cádiz y Málaga, este espacio natural es una sucesión de montañas escarpadas, canutos profundos y arroyos caudalosos.
Canutos, biosferas vegetales únicas
La erosión del viento y la lluvia a lo largo de millones de años ha creado un paisaje escarpado con gigantescas losas de roca y grietas prohibidas. Las zonas de piedra caliza, como las de Los Motillas, se han erosionado en algunas de las formaciones kársticas más interesantes de Andalucía, plagadas de cavernas y cuevas.
La abundancia de lluvias ha creado una red de ríos y arroyos que desembocan en el Atlántico y el Mediterráneo. En el curso superior se encuentran algunos de los paisajes más extraordinarios de la Península Ibérica, los «canutos», largos y profundos barrancos que dan cobijo a una biosfera vegetal única.
Roble corcho
Los Alcornocales, como su nombre indica, cuenta con la mayor masa de alcornoques de la Península Ibérica, la mojea, que crece en condiciones de solana junto a los madroños, la filoetérea y los espinos; mientras que en la sombra, alterna con el roble portugués y el quejigo. En estos lugares, se encuentran abundantes setas en temporada. En los niveles más bajos, hay pequeños refugios vegetales que conservan vestigios de los antiguos bosques de acebuches que alternan con brezos, palmeras enanas y mirtos. Estas zonas han sido cultivadas durante mucho tiempo por el hombre. Encontrará diversos cultivos, pastos y vacas, tanto de raza «retinta» como «lidia».
Refugio para las aves residentes y migratorias
La proximidad del Estrecho de Gibraltar favorece la presencia de aves. Hasta 18 especies de aves rapaces y muchas pequeñas utilizan los acantilados como refugio, y el estrecho está en la ruta migratoria de muchas especies del norte de Europa. Pero son los anfibios y reptiles, la mitad de los que hay en la Península Ibérica, y las 11 variedades de murciélagos que se esconden en sus grutas los que tienen mayor importancia. Mientras las cumbres son el territorio de la cabra montés, los bosques son el dominio del corzo, la gineta, el tejón y la mangosta.
El verdadero campeón botánico de los Alcornocales es la laurisilva de los «canutos», un bosque subtropical atrapado en el tiempo. Los alisos que ocupan los bordes del «canuto» impiden que la luz penetre hasta el fondo del barranco. Allí la humedad crea masas únicas de rododendro, laurel, lomatia dentata, laurustinus, alisos, acebos y helechos poco habituales en estas latitudes. Puede tener la suerte de ver una nutria en las aguas de los canutos y mirlos, martín pescador y muchas libélulas y caddiscos volando sobre ellos, señal de la pureza de canales de agua como el Hozgarganta.
Cosas que hacer en el Parque Natural de los Alcornocales
La disparidad del relieve desempeña un papel fundamental a la hora de proporcionar el telón de fondo para una amplia gama de actividades: Montañismo, barranquismo, espeleología o exploración de sus senderos, ya sea a pie, en bicicleta o a caballo. Muchos de los senderos son antiguos o empedrados. Se puede navegar por las aguas del embalse de Barbate y observar las aves en invierno o durante las migraciones. La recogida de setas forma parte de la misma temporada, una práctica que se da en otoño sobre todo en Jimena de la Frontera. Para pasar un buen día de paseo, pruebe el Paseo de los Baños de la Reina.
Cultura en la región
Para los que buscan la cultura de la región, merece la pena un viaje al Castillo de Castellar, refugio de artesanos bohemios. ¿Le interesa la historia? No hay que perderse las ciudades medievales de Medina Sidonia y Jimena de la Frontera. Los recursos de la zona se han utilizado durante generaciones. Encontrará hornos comunales de pan de piedra en el bosque, molinos harineros en desuso a lo largo de los cursos de agua, claros de carbón y, en La Sauceda, un pueblo abandonado que fue escondite de bandidos.